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La Terapia Neural, una propuesta paradigmática
Escrito por: Julio C Payán de la R - Julio 2010
Nota Aclaratoria: Cuando me refiero a la T.N., este término incluye a la Odontología Neurofocal sin la cual no es posible el buen ejercicio de aquella.

REFLEXIONES INTRODUCTORIAS
Con mucha frecuencia las personas medianamente educadas o mejor sería decir aconductadas, estamos convencidas que la única manera de relacionarnos y ver al mundo es a través de nuestro conocimiento y de nuestra razón (Razón: Método de conocimiento fundado en el cálculo y en la lógica empleado para resolver problemas planteados al espíritu en función de los datos que caracterizan una situación o un fenómeno. Morin, Por una razón abierta).
Con la soberbia del ignorante desconocemos, negamos o descalificamos otros saberes y racionalidades y de la única manera que los reconocemos es si se adaptan a nuestra racionalidad pues no aceptamos las de ellos.
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miércoles, 2 de noviembre de 2011
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INTERSOMOS
Sandra Isabel Payán Gómez
Julio de 2007
La esperanza que estamos siendo
Las transformaciones de nuestra cultura occidental, entendidas como cambio de paradigma, se expresan esencialmente en la manera como nos relacionamos los seres humanos entre sí y con los demás seres de la Naturaleza. Van emergiendo nuevos valores y nuevas formas de mirarnos que constituyen una nueva ética de vida.
Hemos asumido que la historia de Occidente está avanzando desde un paradigma antropocéntrico hacia un paradigma biocéntrico. Es decir, desde un paradigma en el que el ser humano cree que está por fuera de la Naturaleza y que puede adueñarse, controlar y entenderlo todo, hacia un paradigma en el que el ser humano acepta que le pertenece a la Naturaleza y que es una hebra más del complejo tejido de la Vida.
Creemos en este tránsito cultural gracias a una poderosa esperanza que no depende del mañana impredecible, sino del ahora que ya estamos siendo.
Nuestra esperanza en un mundo mejor es una elección personal que nace de la manera como nos miramos a nosotros mismos. No se fundamenta sólo en evidencias ni sólo en deseos, es una fuerza que nos sostiene y que emerge de una sabiduría que nos trasciende.
Es indudable que con el modelo civilizatorio que vivimos, los seres humanos nos estamos autodestruyendo. Sin embargo, la fuerza de esta esperanza, nos permite saber que existen millones de seres humanos y de grupos sociales que desde actitudes cotidianas concretas y desde decisiones políticas firmes, están haciendo y siendo propuestas de una sociedad diferente y mejor.
Algunos lugares en los que estas propuestas se encuentran para compartirse y potenciarse, son los Foros Sociales mundiales[1] y nacionales, las Asambleas Mundiales por la Salud de los Pueblos[2] y los Laicrimpos[3] .
Este cambio de paradigma lo estamos viviendo en experiencias colectivas, comunitarias y cotidianas que van emergiendo espontáneamente, no como resultado de normas y leyes, sino como parte de nuestra identificación con un sentimiento al que todos le pertenecemos, porque se encuentra dentro de cada uno de nosotros. Sentimiento que hemos llamado, paradigma biocéntrico.
Para la esperanza que estamos siendo, es importante reconocer que este cambio de paradigma, lo estamos viviendo fundamentalmente en nuestros procesos internos y cotidianos, en los intensos caminos de descubrimiento de quiénes somos, y en los emocionantes viajes de regreso a nuestra esencia.
La ciencia se aproxima
La ciencia occidental no es ajena a este cambio de paradigma, ella lleva casi un siglo de rupturas y revoluciones. Los descubrimientos de la Física Cuántica, los nuevos planteamientos de la biología y las matemáticas, la teoría de sistemas, la termodinámica de sistemas abiertos, entre otros conceptos, han dejado sin piso al mecanicismo positivista, que ha sido la manera hegemónica de entender la realidad hasta nuestros días.
Desde la misma ciencia nos estamos dando cuenta que los sistemas vivos no funcionamos mecánicamente. Esta afirmación que ahora nos parece simple e incuestionable, ha sido desconocida y negada en el desarrollo de la ciencia occidental, lo que ha determinado la manera como vemos y tratamos la Naturaleza: la tierra, los ríos, las plantas, nuestro cuerpo…
La nueva ciencia ha descubierto que los seres vivos no se comportan como “mecanismos”, sino como “organismos”, es decir, como “unidades funcionales y estructurales en las que unas partes existen por y para las otras en la expresión de una naturaleza particular, resultado de una dinámica autoorganizativa y autoregenerativa”[4]
Esto quiere decir que los sistemas vivos, incluyendo nuestro planeta y nuestro cuerpo, no se fabrican por separado y se ensamblan después. Surgen en el devenir de la compleja red de relaciones que es la Vida. Y esta red implica un orden dinámico intrínseco que se determina a cada instante, una “racionalidad inherente”, una “conciencia universal”, una sabiduría.
Desde esta nueva ciencia, así como desde nuestras trascendencias íntimas y cotidianas, estamos sabiendo que la Vida se parece más a la pintura espontánea de un niño que se divierte mezclando colores con sus manitas, que al plano preciso e impecable de un arquitecto. La Vida transcurre, más como una comida que hace una abuela encantada, mezclando olores, colores y sabores, que como un experimento de química con dosis exactas.
Somos emergencia de las relaciones entre todos los seres vivos. Nuestra existencia y nuestro desarrollo son parte de la existencia y del desarrollo de todos los seres de la Naturaleza.
Nos hacemos los unos a los otros. Somos parte de la misma historia y de la misma capacidad autoorganizativa. Somos expresión de una sabiduría que nos trasciende. Formamos parte de la misma danza vital.
Nacemos, morimos, nos transformamos, nos mantenemos, por la misma fuerza y con el mismo sentido que le sucede a los árboles, a las estrellas o a las mariposas. Entenderlo nos conmueve, y asumirlo cambia profundamente nuestra mirada y nuestra relación con todos los seres de la Naturaleza, incluyéndonos.
La racionalidad del desconocimiento y del olvido
Desde el paradigma antropocéntrico los seres humanos nos hemos acostumbrado a relacionarnos mecánicamente entre sí y con los demás seres de la Naturaleza.
La fragmentación y el individualismo de esta racionalidad nos han hecho aislarnos de los demás, suponiendo que no tienen nada que ver con nosotros. El mecanicismo nos llena de argumentos para justificar el desconocimiento de nuestra responsabilidad social y de nuestra responsabilidad ecológica, las cuales son una sola responsabilidad.
Así mismo, la lógica de causa efecto, también propia del mecanicismo, nos ha hecho caer en la trampa de la culpabilidad y del merecimiento. Nos olvidamos de la red de la que formamos parte y creemos que las cosas suceden exclusivamente por nuestra voluntad.
Esta racionalidad nos mantiene presos de nuestra irresponsable indiferencia y de nuestro soberbio protagonismo como seres humanos. Sólo es posible superarla si se transforman nuestras maneras de mirarnos y de relacionarnos.
Desde este paradigma creemos que la Vida está fuera de nosotros, que se puede controlar, dominar, poseer y enjuiciar. Entonces suponemos que el cuerpo, la tierra, la comunidad, el conocido y el desconocido, son ajenos, que no son lo que yo soy, que son “lo otro”. Este paradigma justifica la violencia y la guerra como medios y como fines.
Lo más grave es que esta racionalidad mecanicista se mete entre nuestras cobijas e invade hasta nuestra manera de soñar. Nos llena de juicios y de desolaciones, no nos deja ver la vida que somos, nos empuja hacia el desencantamiento.
Afortunadamente la Vida es más hermosa y mágica de lo que nuestros ojos mecanicistas nos permiten ver. La Vida es misteriosamente sabia y generosamente ilimitada.
Intersomos
Superar el antropocentrismo y avanzar hacia el biocentrismo, es asumir que somos en, para y con los otros, es decir, que “intersomos”. Una forma de relacionarnos que va más allá de la interdependencia y que expresa una nueva manera de mirarnos.
Las nuevas maneras de mirar requieren nuevas maneras de decir. “Intersomos”[5]
es una de las nuevas palabras que van emergiendo en este cambio de paradigma cultural. Así como “alegremia”[6] y “corazonar”[7]
Estas nuevas palabras van siendo apropiadas mágica y naturalmente, como si hubieran nacido dentro de cada uno de nosotros. Inspiran nuestro caminar, y nos ayudan a decir lo que sentimos, a encontrarnos y a saber que caminamos junto a muchos más.
Intersomos con los demás seres humanos, con el sol, con las flores, con
las nubes, con el mar… Nos hacemos los unos a los otros, en cada instante. Nos movemos sincrónicamente. Todo lo que nos sucede es expresión de lo que le está sucediendo al Universo entero. Intersomos, no estamos solos, no somos solos.
Nuestro canto, nuestra risa, nuestro llanto y nuestro vuelo le pertenecen a la Vida, forman parte de una misma danza. Por eso, cada instante es un milagro, cada gesto una señal y cada encuentro una cita.
Nuestro devenir es sagrado, así como el de cada árbol, cada hoja y cada gota de rocío. No existimos para cumplir una función específica, para llegar a una meta, ni para ser utilizados para algo ni por alguien. Nuestra existencia es una de las infinitas maneras con la que la Vida se cumple a sí misma.
Las cosas no suceden por nosotros, sino con nosotros, y eso significa que nuestro compromiso con la Vida es tan ineludible como nuestra confianza en ella.
No dirigimos la orquesta, somos una nota más de una sinfonía que se hace a sí misma a cada instante. Sin la nota que estamos siendo, esta sinfonía no sería la misma, pero seguiría siendo sinfonía. Por lo tanto, sólo nos queda entregarnos y reverenciar la Vida que está siendo en nosotros y con nosotros.
Una manera de entender este cambio de paradigma es a partir de la relación entre lo femenino y lo masculino. Desde el paradigma antropocéntrico que parte de la dualidad excluyente de oposición, se sobrevalora lo masculino y se desconoce y desprecia lo femenino, distorsionando ambos conceptos.
Desde el paradigma biocéntrico, que parte de la dualidad creativa de interrelación, se entiende que lo femenino y lo masculino como unidad, son fuerzas constitutivas de la Vida, que no se oponen, sino que se complementan. Lo femenino es el sentimiento de pertenencia y de integralidad, y lo masculino es el sentimiento de autoafirmación y de singularidad. Uno no es sin el otro.
En este cambio de paradigma, estamos recuperando lo femenino, encontrándolo en nuestra propia esencia y sanando la brecha que lo ha opuesto a lo masculino. Es decir, que cambiar de paradigma es recuperarNOS, integrarNOS y sanarNOS.
El interser es uno de los dones de lo femenino, así como lo son: dar vida, tejer redes, conectarse con la sabiduría de la Vida, la sensualidad, la creatividad, sentir e intuir, vivir los procesos como propósitos, y reconocer nuestra naturaleza cíclica.
Asumir que intersomos
Uno de los desafíos más importantes del momento histórico que vivimos, es asumir que intersomos. Es decir, permitir que este sentimiento que está renaciendo, transforme nuestras cotidianidades, las maneras como entendemos la realidad y las formas como nos organizamos en comunidad.
Vamos a descubrir el intersomos reflejado en todos los escenarios de nuestra vida: el íntimo, el de nuestros diferentes haceres y saberes, y el político.
Pertenecerle a la Vida es saber que sólo soy un pequeño remolino de un gran río, y que todo lo que me pasa y que todo lo que siento le pertenece a su fuerza y a su sentido. Asumirlo, me regala la libertad de sentir que la Vida no transcurre por mi voluntad sino con mi existencia, la esperanza de saber que mi presencia tiene el poder del aleteo de una mariposa, y la dicha de formar parte de una Vida que más allá de mí, está siendo y haciendo.
¿Cómo voy a mirar al otro, al árbol, al río, ahora que sé que tenemos un mismo devenir, que nos estamos haciendo el uno al otro permanentemente, y que por diversos que sean nuestros camino y escenarios, formamos parte de la misma historia? ¿Cómo no voy a conmoverme ahora con la existencia de todos los seres de la Naturaleza, incluyéndome?
Lo que le pasa al otro, no sólo me afecta, sino que también me está pasando a mí. Sus transformaciones, emociones, vivencias, dolores y alegrías me hacen y deshacen a cada instante. Lo sabemos con quienes amamos. Ahora, sabemos que ocurre también con quienes no amamos, con quienes ni siquiera conocemos, con quienes ya existieron y con quienes aun no existen, con el río, con la montaña, con el águila…
La Vida es en mí, pero no depende de mí. Más que entender y controlar, se trata de relacionarnos. Y como la relación es el principio vital, lo que nos queda es darnos cuenta que nos relacionamos, para aceptar nuestro irremediable compromiso con la Vida que estamos siendo.
Asumir que intersomos transforma nuestras decisiones, acciones y motivaciones. Emergen nuevos valores como el respeto por la inmensidad a la que le pertenecemos y la gratitud por pertenecerle.
Resignificamos la Vida al ir tomando conciencia que intersomos. Surgen nuevas maneras de entender la salud, la muerte, la enfermedad, la política, el amor… Nuevos conceptos, como “Salud de los Ecosistemas”
[8] , que van recreando este sentimiento y formando parte de él.
Apenas estamos intentando descifrar las profundidades y complejidades de este nuevo paradigma. El camino es incierto, pero el ahora es emocionante y esperanzador, porque está surgiendo al encontrarNOS y al darnos cuenta que la esencia está dentro de nosotros mismos.
¡Que nos transforme la Vida saber que intersomos, porque lo necesitamos con urgencia!
[1] Se trata de una verdadera Asamblea de la Humanidad que se realiza anualmente teniendo como lema “Otro mundo es posible”. El primero de ellos tuvo lugar en Porto Alegre, Brasil, en 2001 y el último (VII Foro Social Mundial) se realizó en Nairobi, Kenya, en enero de 2007. En estos Foros se presentan tanto denuncias al modelo neoliberal como propuestas sociales, económicas, políticas y ambientales que están permitiendo la emergencia de ese otro mundo posible más justo, solidario y sustentable.
[2] La I Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos tuvo lugar en diciembre de 2000 en Savar, Bangladesh convocada por diversas organizaciones no gubernamentales. Unos 1500 delegados de 94 países suscribieron la Declaración que constituyó la fundación del Movimiento Mundial de Salud de los Pueblos. La II Asamblea se llevó a cabo en julio de 2005 en Cuenca, Ecuador.
[3] Son encuentros de salud popular que se realizan anualmente a comienzos del mes de noviembre, en diversos sitios del norte argentino, desde 1990. La esencia es el compartir saberes y haceres autogestivos con el espíritu de “la salud en manos de la comunidad”. Participan compañeras y compañeros de Paraguay, Uruguay, Ecuador y otros países.
[4] Brian Goodwin en “Las Manchas del leopardo. La Evolución de la Complejidad” Tusquets Editores, España, 1998.
[5] “Todos somos uno y coexistimos en un continuo de la vida, todos estamos interconectados, interactuamos e INTERSOMOS: ser uno con algo, no estamos por fuera” Mauren Murdock en “La Mujer Sabia: El Viaje de la Heroína”, GAIA Ediciones, Madrid, 1991
[6] Palabra difundida y recreada por Julio Monsalvo. La palabra “Alegremia” (alegría circulando por la sangre) surge de compartir con mujeres campesinas del norte argentino, y luego de otros escenarios, conversaciones acerca de las necesidades realmente básicas para vivir: aire, agua, alimento, albergue, amor, arte, aprendizaje. A partir de estas reflexiones se cuestiona la definición de salud como “un estado de normalidad”, ya que naturalmente se comprende la salud como un proceso que puede ser cada vez más saludable, percibido justamente por la alegría manifestada en lo cotidiano.
[7] Palabra que nos enseñó Vicente Aguilera, amigo y médico ecuatoriano. “CORAZONAR, busca re-integrar la dimensión de totalidad de la condición humana, decir seres humanos es reconocer que estamos formados por razón y corazón. CORAZÓN-AR quiere decir que el corazón no excluye, no invisibiliza la razón, sino que por el contrario, el CO-RAZONAR le nutre de afectividad, a fin de que se descolonice su carácter perverso, conquistador y colonial que históricamente ha tenido”.
[8] “Salud de los Ecosistemas” es una propuesta de Julio Monsalvo, que expresa la concepción de salud que emerge del paradigma biocéntrico. Es un concepto integrador de las propuestas sociales y ecológicas que constituyen el amanecer de este “otro mundo posible”. Asumir la Salud de los Ecosistemas es sentir que le pertenecemos a la Naturaleza y entonces, entender que la salud es una sola, porque los seres humanos somos parte del ecosistema.
viernes, 28 de octubre de 2011
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MIEDO A SOÑAR
Médico Anestesiólogo
( Reflexiones a partir del Libro Lánzate al Vacío de J.C. Payán.)
“No cuento más que fronteras
hacia cualquier dirección.
Mi estrella fue de tercera,
no mi sol.
Fronteras de tierra,
fronteras de mares,
fronteras de arena,
fronteras de aire,
fronteras de sexo,
fronteras raciales,
fronteras de sueños
y de realidades.”
Hemos vivido siempre con el miedo a traspasar las fronteras. Sentimos pavor ante lo nuevo. Lo nuevo crea incertidumbre. La incertidumbre al ser mal manejada se transforma en estrés. El estrés excesivo es la carga del desarrollo que el ser humano lleva en sus hombros y la verdad es que no sabe cómo manejarlo.
“Mi cuerpo choca con leyes
para cambiar de lugar.
Mi sueño, rey de reyes,
echa a andar.”
Las leyes representan el orden jurídico de un estado de cosas. Quien no esté en ese orden es sometido a la represión por los organismos creados para tal efecto. Por ello existen las agremiaciones médicas, por ejemplo, para sancionar a los “traidores” de la medicina tradicional, oficial. Los mal llamados alternativos han tenido que desarrollar una lucha titánica contra la medicina oficial. En muchas ocasiones han sido objeto de burlas y escarnio público, en congresos, simposios y actividades sociales del gremio. En otras es vilipendiado ante “el paciente” que se atreve a decirle a un médico ortodoxo que “le consultó.”
“Lo alternativo” se abrió paso, o mejor dicho, emergió a la superficie porque ha vivido toda la vida ahí, arraigado a la memoria colectiva. Son memorables, los remedios de las abuelas. Las “tomas” que elaboraban para darle a quienfuera que se enfermó. O las famosas pócimas y pomadas del culebrero, que tiene “los remedios escondidos por la madre selva.” O la del indígena, que la usa para “curar” a su comunidad, o en algunos casos la utiliza como forma de vida, lo cual ha quedado inmortalizado en un famoso paseo vallenato:
Ay, el indio Manuel María
que vive en Guayacanal (Bis)
Ay, ese sí sabe curar
con plantas desconocidas. (bis)
Ay, cómo se dejan quitar
los médicos su clientela (bis)
De un indio que está en la Sierra
y cura con vegetales. (bis)
Ay, yo tuve una enfermedad
que nadie la conocía. (bis)
Y solo me pudo curar
el indio Manuel María. (bis)
Al indio Manuel María
lo busca la gente del centro. (bis)
Será por entendimiento,
o será por economía. (bis)
El desconocimiento de la medicina ortodoxa de los fundamentos de la medicina alternativa engendró en aquellos miedo. Lo que se desconoce se teme. Pero también se teme a las propias falencias. Miedo a su mediocridad. Miedo a su incapacidad de “curar”. Miedo a perder la batalla. Miedo a perder el favor de la sociedad. Miedo a caer del pedestal que creían pisar. Miedo a la competencia. Paradójicamente, la medicina tradicional, ortodoxa, hija del capitalismo prevaleciente, de la economía de mercado, le teme a la competencia. Increíblemente la medicina ortodoxa con fundamentos en la mayoría de las veces no probados “científicamente”, que recurre para explicar casi toda su fisiología y su fisiopatología a acepciones tales como “probablemente”, “posiblemente”, “no parecen ser”, “podría ser”, etc, etc, se cree dueña de la verdad revelada y desconoce a la medicina alternativa. Pero no es solamente por temor de abordar otras racionalidades. No es por temor a ver otras realidades. Es sencillamente, además de una racionalidad estrecha, terror de perder la clientela. En últimas esa es la razón de su postura. Sin clientela la medicina ortodoxa está perdida. Desaparecerá. Ellos son concientes de eso y por ello su agresiva campaña contra la heterodoxia en muchas partes del mundo.
A pesar de lo anterior, lo alternativo (heterodoxia) ha emergido a la superficie. Lo ha hecho rompiendo esquemas, planteamientos, ideologías, que se creían inamovibles, perpetuas. Al no tener cabida en la institucionalidad médica, lo alternativo se fue desarrollando, ganando su espacio, buscando emerger, de la mano de lo popular, de lo nativo, de la búsqueda, de lo utópico. La medicina oficial crea sus instituciones y “el paciente” debe acudir a ellos, aun en la llamada medicina preventiva. Lo alternativo ha existido desde tiempos inmemoriales en nuestros indígenas, en los negros, en nuestras abuelas, en nuestra gente. No necesita instituciones para “ejercer”, no necesita un consultorio dotado de camilla, escritorio, lámpara cuello de cisne, estetoscopio
( “descrestoscopio”, le llamaba uno de mis viejos y queridos profesores), tensiómetro, y la infaltable bata blanca. Sólo necesita “un ser”, “una comunidad”.
(El médico ortodoxo recibe a su paciente en su consultorio, “oficina” le llaman por acá al consultorio privado asimilándolo a un acto administrativo, no médico; de entrada le pregunta “¿Qué tiene Usted?”. Y el pobre enfermo es doblemente pobre. Llega sintiéndose enfermo y no puede exteriorizar lo que siente. “¿Desde cuándo? ¿En dónde le comenzó? ¿Se le alivia con algo? ¿Se le va para alguna parte?”, son algunas de las preguntas con que es bombardeado. El médico dispone de 10 minutos para realizar el Interrogatorio, el Exámen Físico, llenar la Historia Clínica, llegar a o presumir un Diagnóstico y extender los exámenes y la respectiva receta. “Tómese estos medicamentos, hágase estos exámenes y cuando los tenga, pida otra cita para ver cómo sigue. ¡El que sigue!” Ni siquiera saben el nombre del paciente. Es un número más. Masificación de la Medicina, “Compromiso de Gestión”, son todos nombres de una misma cosa. Deshumanización del Ejercicio Médico. Importa lo más mínimo el ser humano que llega quejándose de estar enfermo. Lo importante son las estadísticas. Seis pacientes por hora, veinticuatro por cuatro horas. Ante esta situación nos preguntamos: ¿De qué relación médico-paciente podemos hablar en este tipo de ejercicio médico? ¿Habrá la suficiente empatía médico-paciente para que se interconecten? ¿Se habrán preguntado alguna vez qué siente ese ser humano al ser tratado de esa manera? ).
En su devenir histórico la medicina alternativa ha estrechado los lazos, ha creado una compleja red, con la comunidad, con la gente común y sencilla y necesitada. Y ha adquirido compromisos con esa comunidad. Se va ganando médicos formados según la visión ortodoxa, mecanicista, que no han estado satisfechos con sus explicaciones y con su práctica. Entran a formar parte de esa comunidad, no es alguien ajeno a ella. Ante las carencias de todo tipo, se plantean la necesidad de luchar junto a su comunidad. Se visibiliza entonces, partiendo de su nueva concepción heterodoxa, la necesidad de lograr unas mejores condiciones de vida de la comunidad. Ejemplo de solidaridad y amor, vive la vida de la comunidad. Por ello, el alternativo que no se involucra con sus enfermos, que monta suntuosa infraestructura y espera que le “lleguen los pacientes”, difícilmente puede ser catalogado como tal. (Y de esos hay muchos!).
De esa vivencia resultan más compromisos. Por ello choca ya no solo con la institucionalidad médica, sino que las vivencias lo deben llevar a la ruptura con todo lo establecido. Es entonces tildado de subversivo. Y en efecto lo es:
“Los nuevos avances no se pueden añadir
al edificio compuesto por viejos ladrillos,
hay que cambiar los ladrillos
y remover también los cimientos.”
J. C. Payán
Se desencadena entonces la más atroz e inconcebible persecución. Además del enorme dolor producido por la ruptura, se le suma el dolor de la incomprensión, de la persecución. Que al decir de Luis Restrepo: “esa amplia gama de violencias implícitas, silenciosas, muchas de ellas sin sangre, que se anidan en la dinámica propia de las instituciones, manifestándose en los más diversos espacios de la vida cotidiana. Si entendemos por violencia toda acción tendente a impedir la emergencia de la singularidad humana o lograr su aniquilación física, tendremos que reconocer que son muchas las facetas de este doloroso fenómeno social, del que no escapa, por supuesto, la institución médica. Al interior de la medicina, se anida de manera muy especial esa violencia que Alice Miller, en un giro magistral, denominó la "violencia por tu propio bien".(Ver: Violencia Médica. Restrepo L. http://www.terapianeural.com/ ).
Víctima de esta violencia no es sólo el “alternativo”, también es perseguido y señalado el médico ortodoxo que llega por otro camino a las mismas conclusiones. Médicos que han aprendido a pensar. Que no tragan entero. Son entonces incómodos a la institucionalidad, al status quo, a los detentadores del poder y de la vida. Y como son miembros dañados de un cuerpo sano, deben ser extirpados. O eliminados. (Sea el momento de rendir homenaje a los médicos colombianos que han entregado sus vidas en el ejercicio de la medicina: Héctor Abad Gómez, Pedro Luis Valencia, Leonardo Betancur, Diego Escribano, Carlos Toledo Plata, Julián Conrado, Mauricio Narváez, David López Terán, Eduardo Pérez, Anuar Rivera, Féliz Young, Germán Vargas Lobo, entre muchos otros, convirtiéndose la práctica médica verdadera en una profesión peligrosa en Colombia.)
En algunas partes, el sistema trata de meter en cintura a lo alternativo. Procede entonces a “reconocer” las diferentes medicinas heterodoxas y normatiza su ejercicio, colocándole de esta manera una camisa de fuerza. Deben ser profesionales médicos, con atestados y diplomas. Al reconocerlos vuelve nuevamente a cometer el mismo error: juzgar con su racionalidad, medir con sus parámetros. Deja de lado al naturista empírico que aprendió por herencia familiar, o al indígena que recibió en herencia de sus antepasados sus conocimientos. Desconoce la herencia que los negros, los indígenas, el chamán, el saber popular, nos ha legado en años y años de ejercicio y lucha. Es claro que hay mercaderes, mercachifles, culebreros, vendedores de ilusiones, que se amparan en lo alternativo para hacer de las suyas. Pero también es cierto que hay campesinos que tienen conocimientos herbolarios que más de uno quisiera poseerlos. Son ciertos los conocimientos del chamán, del indígena, del gurú negro... ¿ Cómo explicar los rezos para aliviar el dolor de las luxaciones? ¿Cómo explicar que los gusanos del ganado se caigan cuando el curandero los reza? ¿Cómo explicar la sanación? De esta manera los conocimientos nativos y populares vuelven a ser excluidos por la institucionalidad médica.
* * * * *
( “ El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador:
- No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.
Y canta lo que le cuenta la neblina:
- Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío.
Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:
- Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.
Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al shamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?”
(Ser como ellos y otros artículos. Galeano E. Ed. Siglo Veintiuno. Sexta edición. México. 2000)
* * * * *
“ En los alrededores de San José había un curandero, negro viejo, analfabeto, que Paco había conocido allá en la infancia. El hombre atendía sentado bajo un bambú. Se ponía anteojos para examinar a sus pacientes con ojos de doctor y para hacer como que leía el diario.
Todo el pueblo lo respetaba y lo quería. Como buen curandero de ley, el negro sabía salvar con yuyos y con misterios.
Una tarde le trajeron a una enferma que estaba en la miseria. Era pura piel y huesos, la muchacha: muy pálida, la mirada sin luz, había perdido el hambre y estaba muda y sin fuerzas ni para caminar.
El negro hizo una seña y se arrimaron al árbol los padres y el hermano.
El, sentado, meditaba; ellos, parados, esperaban.
- Familia- dijo, por fin.
Y diagnosticó:
- Esta muchacha tiene el alma toda desparramada.
Y recetó:
- Se precisa música pa’ rejuntárselá.” (100 relatos breves. Galeano E. Ed. LOM. Santiago de Chile. 1997. )
* * * * *
Desde luego que es necesario poner orden en el “caos” del ejercicio médico porque entendemos que este tipo de caos es perjudicial para el ser humano y para el médico en sí. Y no solamente en el ejercicio médico, sino quizá sea más importante en la educación médica. Llama la atención la explosión de Facultades de Medicina de carácter privado en Costa Rica, fenómeno que también sucede en otros países latinoamericanos. Cientos de nuevos médicos son producidos al año y lanzados a la calle de la competencia para conseguir el internado, el servicio social obligatorio y, posteriormente, un puesto que le garantice la supervivencia. La calidad de la enseñanza de esos médicos está en duda ya que muchas de dichas facultades de medicina carecen, por ejemplo, de cadáveres para aprender anatomía; de hospitales o clínicas para aprender semiología, o patología, o medicina interna, o cirugía. Si cuestionamos la estrechez de la formación médica ortodoxa, con su nula formación en humanidades y con la estrechez del pensamiento cartesiano-newtoniano, desintegrador del ser humano en piezas de relojería, con más razón cuestionaremos las distorsiones y falencias de esa formación producto de la visión imperante en el mundo: Todo es una mercancía. Mercancía es la educación médica y en mercancía se convierte ese médico que es conciente de la pobre formación que recibió. De allí a tener que venderse fácilmente a cualquier postor es un paso. Por ello insistimos en la necesidad de cambiar la educación médica de una con contenido programático a una con contenido paradigmático, que desarrolle lo que el Dr. Payán llama “Un Diálogo de Saberes” entre los paradigmas de la Medicina Ortodoxa y la Medicina Heterodoxa, que no solamente conozca y reconozca los “otros saberes”, sino que los respete.
El ejercicio profesional de ese médico formado en la actual y deficiente educación médica ortodoxa va a conllevar a la baja de la calidad asistencial que presta, especialmente a nivel institucional. Si estás mal preparado, mal puedes ser un excelente profesional. (Y por ello le temen a la competencia, según la economía de mercado.). No deja de ser preocupante que ese sea uno de los objetivos buscados por la permisividad estatal ante la mencionada explosión de Facultades de Medicina. Se deterioraría entonces la calidad de los servicios prestados por el Estado, en nuestro caso por la Caja Costarricense del Seguro Social, y sonarán los clarines llamando a la privatización. Y la salud de los costarricenses se convertirá en otra mercancía. El que paga la tiene, el que no, se...
De igual manera es preocupante la explosión de centros educativos que ofrecen cursos de medicina alternativa. Centros de enseñanza de acupuntura, de homeopatía, de moxibustión, de..., de... En fin. Creemos debemos estar alerta también ante esta situación y de lo que significa la proliferación de “Médicos alternativos” que “hacen a la vez homeopatía mal hecha, naturismo mal hecho, (...) Esa gente cree que uniendo una cantidad de mediocridades se logra hacer algo bueno.”
Quizá sea el momento de aproximarnos a una definición de lo alternativo. Según el Doctor Julio César Payán de la Roche: “ Podemos tratar de entender lo alternativo, desde el punto de vista médico, como nativo, pensamiento y práctica de tipo médico social sanitario, contestatario y propositivo a la vez, holístico en su concepción, no hegemónico, intuitivo y científico, dialéctico, dialógico, revolucionario, humanista, individual e irrepetible, que devuelve al ser humano sus potencialidades y capacidades de autocuración y ordenamiento propio en su todo, y le permite una relación más armónica en su intimidad, con su comunidad social y con el universo.”
Si aplicamos el anterior enunciado a nuestra vida diaria podríamos decir que el alternativo debe ser:
Un(a) guerrero(a) de la luz *
Un(a) luchador(a) por el bienestar de su gente
Un(a) librepensador(a)
Un(a) creativo(a)
Un(a) humanista y un hombre o mujer ético.
Un poeta (o poetisa)
Un(a) investigador(a)
Un(a) revolucionario(a)
Un(a) libertador(a)
Un(a) soñador(a).
* * * * *
* De aquí en adelante –y por algunos centenares de años- el Universo ayudará a los
guerreros de la luz a boicotear a los prejuiciosos.
La energía de la tierra necesita ser renovada.
Las ideas nuevas necesitan espacio.
El cuerpo y el alma necesitan nuevos desafíos.
El futuro se transformó en presente, y todos los sueños –excepto los que contienen
prejuicios- tendrán oportunidad de manifestarse.
Lo que haya sido importante permanecerá; lo inútil desaparecerá. El guerrero, sin
embargo, no está encargado de juzgar los sueños del prójimo, y no pierde tiempo
criticando las decisiones ajenas.
Para tener fe en su propio camino, no necesita probar que el camino del otro está equivocado.
(MANUAL DEL GUERRERO DE LA LUZ. Paulo Coelho.) (Agosto 2003)

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